mirandome con cierto desaliento. --Es la medicación --dije yo. Y sentandome en el suelo con las piernas encogidas, que no daban las dimensiones de la pieza para otra pose, apoyé la frente en las rodillas y compuse una desolada estampa. --¿Por qué se nos desinfla usted ahora, amigo mío? --me preguntó el anciano historiador agachandose a mi lado. --Porque --respondí-- estábamos a punto de obtener una información valiosísima y nos hemos