lola siempre son los pretendidos fines los que se subordinan y sacrifican a los pretendidos medios, jamás éstos a aquéllos, y aun jamás de los jamases cuando el medio en cuestión no es otro que las armas, lo que una vez más abunda en la evidencia de que sólo una obstinación apologética tan perversa como llena de buena voluntad sigue aún tenazmente sosteniendo, contra el clamor de los datos objetivos, el carácter de medio de las armas y su acción. Así, en