aquel momento inexplicable y continué hablando como si nada hubiera sucedido. Bene había recobrado su desenvoltura habitual. --Se está muy bien en la torre. Subiremos otro día con más tiempo, ¿quieres? --dijo. La idea me entusiasmó y así se lo manifesté. Después le dije: --Antes, cuando era pequeña, Santiago me contaba muchos cuentos allí arriba. A veces no sabía cómo terminarlos y me dejaba sin enterarme del final. ¡Me daba una