-Arrivederci, zío Bruno. -Hasta la vista, sciuscella -responde el viejo gravemente, bendecido por el roce de esos labios. Simonetta abre a medias la puerta, se desliza por el hueco y cierra despacio, dejando en prenda la estela de una última mirada risueña, cándidamente cómplice. El viejo oye la puerta del ascensor. Lentamente llega hasta la alcobita, donde se sienta junto al niño, por fin dormido. En la penumbra crepuscular destaca la brasa de la
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BENDECIR - Invocar la gracia divina para desear buena suerte o protección; por extensión, mostrarse agradecido por la misma