si por ventura un día la pareja que acudiese a la consulta fuese, en cambio, la de España y Gibraltar, con vistas a algún posible matrimonio, me quedaría para siempre el resquemor de haber faltado a mis deberes patrios si vacilase en echar sobre mis propios hombros la responsabilidad de dar consejo, hoy que me ha sido dado vislumbrar in situ, siquiera vagamente, el panorama: "Hija, ¡mi alma!", le diría yo a España, "no