cama de muñecas. Era aquello lo que más se parecía a cosas de niño de que pudiera disponer. Las llevó al cuarto de Rosa y envolvió al niño de verdad. Rosa la miraba hacer, atenta como una perra que súbitamente reconoce al cachorro. El niño, tan a la mano, parecía una pobre maraña de tejidos, de venas, de trapitos. "Dios mío, Dios mío, ayudame", rezó Mónica. Se sentía torpe, sin recursos.
DIE:121.23
RECONOCERII.1 - Darse cuenta [alguien] de que [alguien o algo] es una determinada entidad, ya percibida por los sentidos (esp. la vista)