, había colocado el maletín sobre el mostrador y procedía a ocultarse entre unos bultos, no fuese a organizarse una ensalada de tiros. Con el rabillo del ojo vi que los dos policías se me acercaban y en mis costillas noté el duro contacto de lo que supuse serían sus armas. Simulé enojo y desconcierto y emití unos sonidos guturales que pretendían ser trasunto del idioma chino. --Queda usted detenido y confiscado su maletín --me dijo uno de los policías--.