me quisieron saber dónde estaba escondido el maletín. Fingí nuevamente ignorancia y eso les hizo montar en cólera. Me dieron de puñetazos y puntapiés y me llamaron colilla, paria, buñuelo, zarramplín, basura, ñiquiñaque y otros epítetos que he olvidado. Y mientras los proferían y los subrayaban con sardónicas carcajadas, iban sacando a manotazos los libros de las estanterías con la vil intención de desencuadernarlos. Los pobres libros... Los sollozos interrumpieron su patético relato. --Don Plutarquete --