melas silla de ruedas, exhausto y su barba se perdió en el cuello de su camisa. A los pocos instantes ascendió su respiración sonora. Su cabeza lastimera pendía de lado sobre su hombro. Un cabello blanco, triste y cansado se alargaba sobre la solapa de su traje. La cobija había resbalado de sus piernas despatarradas. El maitre, sin cubrirlo siquiera, hizo girar la silla. por primera vez dijo al aire: "Todas las noches ve esta misma