que ardía frente al sagrario, le di uno a ella y me quedé con el otro yo. --Tú busca --le dije-- por la cocina, la alacena y el cuarto de plancha, si lo hubiere. Yo, prevaliéndome de mi masculinidad, iré a sonsacar a los monjes. Dentro de una hora nos reunimos aquí y nos contamos qué hemos descubierto. ¿De acuerdo? Me miró de arriba abajo, se encogió de hombros y se fue sin decir nada