le es tan familiar como el cierre de una puerta! Ya fuera de la estación, Pancho abre todo el regulador y le habla a su montura, a su yegua de hierro, su animal de fuego ancho y poderoso; la halaga con la mano, la reconoce: "Ya, ya, Prietita, tranquila Prietita, quietecita, quietecita, ¡calmada la muchacha!" Camilo o Sixto o Cupertino o Juan el ayudante de maquinista en turno están tan acostumbrados a la
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HALAGARI - Adular, decir interesadamente cosas para satisfacer el orgullo y la vanidad [a alguien]