. --Voy por los alicates --dije--. No toquen nada, que se podrían picar. Bajé como un señor por las escaleras, salí a la calle y me perdí entre la barahúnda. Capítulo sexto DEMASIADA HIGIENE EL AUTOBUS rebufó como si le hubieran desinflado todas las ruedas, que eran muchas, al mismo tiempo. El cobrador me despertó con zarandeos y la noticia de que habíamos llegado al final del trayecto.