que estaba delante del paisaje, borrado, desterrado, rechazado para siempre por Julián. No podía levantar los ojos del vaso. No podía mirar a Genoveva. Porque acababa de descubrir que aquella noche y aquella frase era lo último que conservaba de David. La última vez que se vieron. Al cabo de un cierto tiempo, la ventana se cerró y Julián, sereno, pudo hablar. --Ya sé de qué casa hablas. Pero no sabía que la hubiera comprado David