, todo... ¡Ah, mi vendimia; ahora lo veo claro!» De súbito, sin previa decisión consciente, se levanta, abre cauteloso el armario del niño y saca un pelele que esconde bajo su chaqueta. Andrea no notará el bulto si se cruza con ella en el pasillo; ¡es tan pequeño ese cuerpecín! Llega hasta su cuarto y esconde el pelele del niño en otro hueco de su cabecera. Por las noches se adiestrará en abrochar y desabrochar los