vez en cuando levantaba la cabeza y miraba calle arriba y calle abajo, como si estuviera esperando a alguien. --¿Te ha visto? --Me parece que no. En ese punto intervino don Plutarquete para pedirnos que le aclarásemos de quién estábamos hablando. Le puse en antecedentes y dije al concluir: --El que esa arpía estuviera anteayer en casa de María Pandora y hoy aquí no puede atribuirse a mera coincidencia. Estoy convencido de que si damos con la