chico, cuando experimenté por vez primera eso que todos llaman amor, era el mismo sentimiento ya sufrido, las mismas señas de identificación: presencia permanente, preferencia sobre cualquier otro ser, posesión, absorción. De esa manera apasionada he amado a pocos seres. Tú fuiste uno de ellos. Hoy, con suficiente lejanía, me pregunto: ¿debí luchar por conservarte? Creo que no. Podíamos habernos convertido en una buena familia, pero no la única aceptable.