preguntar por teléfono al dottore, desde el supletorio de su estudio, un buen rato y cuchicheando... Pero al fin aparece en el pasillo con las mejillas sonrosadas y el temblor de una sonrisa. «Lo que yo digo, ¿andará tonta por ese mangurrino?» Pero ha transigido y el viejo baja corriendo a la farmacia a buscar eucalipto -la cremelaria ni sabían lo que era, los desgraciados-, aunque tira las hojas porque en Milán las venden en paquetes de