Ya ves, cada noche pensaba yo para mis ovejas por dónde las llevaría al día siguiente y casi andaban solas... ¡Hasta los animales se dan cuenta! »Por eso digo que las zapatillas se le ocurrieron a la pefana. Ando con ellas tan callado como en la montaña, más escurridizo que una gineta. Y como en la guerra: con mis abarcas, el centinela enemigo era cosa hecha. Cuando se daba cuenta ya el grito de alarma no le salía por