una mujer como Onésima, tan trabajadora, tan responsable. --Me odia. Cuando no estás, me maltrata. Una vez me pegó y me encerró en mi cuarto sólo porque le dije que no tenía hambre, que no me apetecía comerme el bocadillo de tortilla que me había preparado para la merienda. Por la noche me obligó a tomarme la tortilla, ¡fría! -¿Eso es verdad? --preguntó ella muy seria, y Miguel asintió en silencio