idéntico a mamá, a Josefa y a las visitas que de vez en cuando llegaban hasta casa, sin que tú salieras nunca a saludarlas. "¡Nunca va a la iglesia. Es ateo y malo. Se va a condenar!" Y me pareció que aún quería añadir algo más, pero no me detuve a escucharla, ni la dejé escapar corriendo, como ella pretendía. La zarandeé, agarrandola violentamente por los pelos. Ella intentaba defenderse.