, y dictó a Miguel un nuevo ejercicio. Acabada la clase, cuando ya Carlos se disponía a marcharse, Onésima dijo con triunfal despecho: --Esta vez se ha llevado dos candelabros de plata y unas bandejas antiquísimas. El asintió en silencio aparentando desinterés y Miguel le susurró al oído: --Hasta mañana, Morgan.