, mientras Carlos buscaba en un libro la solución a ciertos ejercicios, Miguel dijo gracias, Morgan, y le confió su secreto del Capitán Flint. «Sólo tú y yo sabemos ahora que mi loro vive en esa habitación», concluyó, y el profesor, con una sonrisa callada, siguió pasando páginas del libro. Por la noche, la enfermera de la abuela telefoneó al médico y le hizo venir urgentemente. Al día siguiente se la habían llevado a una clínica y