y relató a Capitán Flint las últimas novedades domésticas, pero, a pesar de todo, el tiempo discurría con tal lentitud y él se aburría tanto que con frecuencia acudía al balcón y se entretenía espiando a la abuela. La veía conversar ininterrumpidamente con Storitz, contestar con la cabeza a sus preguntas inaudibles, reír regocijada sus chistes. La veía fingirse ofendida y quejarse ante él o pedirle entristecida su infame apoyo. La veía también elegir las flores más bellas y