me de comprensión en la mente del viejo, al tiempo de un sollozo reprimido. «Ya sé por qué te lo estoy contando. Ahora es cuando me entero de que ella era piedra viva, más que madera. Yo entonces no cavilaba; retozar y nada más. Hortensia me abre los ojos contigo, niño mío: Me enseñáis sin decírmelo, haciendome ver yo solo. Hortensia, que no es piedra sino más tierna, madera de la fina.