botitas son un secreto, recuérdalo... Además -añade gravemente--, no quiero oír tu nombre en boca de Andrea. «Soy su secreto», piensa ella encantada. Y advierte: -¿Te das cuenta de que hemos celebrado juntos la cena de San Silvestre ? Porque yo ya no tomo nada en casa. -¡Eso es lo que yo quería! ¿ Estás contenta ? -Tanto, que voy a darle las gracias a San Francisco... ¿Me