, preparate a la cencerrada... El viejo sonríe como si le ofrecieran un buen regalo. --Ya cargaré con postas la lupara, ya. Hasta con sal, por si alguno de mala leche se propasa. La cencerrada la admito: es lo suyo cuando se casa un viudo y, encima, fuera del pueblo. Pero cencerrada como es debido. Bromas pesadas con mi mujer, ¡ ni una! --No hará falta disparar, Bruno --asegura Ambrosio--.