estaba a punto de asomar el sol ya no aguantó más: -Padre, ¿ no será mejor que acerque el coche por detrás a la puerta del corral y salgamos de una vez? La infamante proposición decidió al viejo, que fulminó a su hijo con la mirada. Dejó la lupara, besó a Rosetta, dirigió al yerno un vago gesto de la mano y decidió violento: -¡Nos vamos, pero por la puerta grande! Y tú Rosetta como llores desde
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FULMINAR.2 - (Fig.) Dejar [a una persona] abatida o muy impresionada [con una mirada intensa o airada]