con tristeza. «Y además... » Pero se le ve siempre tan firme y satisfecho que olvidan su enfermedad. Su enfermedad mortal. Andrea telefonea al Club, pero la directora ya se ha marchado y el conserje es incapaz de aclarar si anda por allí un socio nuevo, el señor Roncone... No ha contestado a la llamada por el micrófono, pero «esos viejos nunca oyen», aclara desdeñoso el empleado. Andrea y Renato se miran indecisos. En ese momento