el más complejo y perfecto politeísmo me parecía una verificación de la indiferencia con que la historia perpetra sus crueles paradojas. Cierto, la pareja contradictoria que forman en la India el hinduismo y el islamismo no podía sorprenderme: ¿cómo olvidar que yo mismo era (y soy) parte de una paradoja no menos peregrina: la de México y los Estados Unidos? Nuestros países son vecinos y están condenados a vivir el uno al lado del otro; sin embargo, más que