vida privadas. Por último, los norteamericanos no han conocido el totalitarismo, como los alemanes, los rusos y las naciones que viven bajo la dominación soviética. Ni han sido ocupados, ni han visto destruidas sus ciudades; tampoco han padecido las dictaduras, guerras civiles, hambres, oprobios y exacciones de tantos otros pueblos. Ante los Estados Unidos la reacción natural y primera de cualquier visitante es el asombro. Pocos han ido más allá de la sorpresa inicial -admiración a veces