presentía su angustia y deseaba mostrarle que podía contar conmigo en tan azaroso e imprevisto trance. Pero la puerta de mi estudio ha sido sellada por fuera: mis esfuerzos histéricos en abrirla no dan ningún resultado. Por la mirilla diviso a un individuo con una especie de escafandra, careta, casco de motorista y botas de montar, plantado en medio del corredor con los brazos cruzados. Desde hace un buen rato, la sirena ha sido reemplazada con un estentóreo altavoz que