. Una mezcla de prevención, miedo a ser descubierto, temor a enfermedades terroríficas, impedían a David entusiasmarse con el plan. --Ya veremos --dijo vagamente. Y echó a andar hacia su casa. El exaltado promotor le gritó de lejos: --Venga, David, que tienes que probar la atracción de los sexos... El padre descansaba en la cama. David entró a verle y, como solía en los últimos tiempos, se disfrazó de alegría para contar