Estaba allí esperandonos... Divago; vago a la ventura, ya lo sé. Y también reconozco que no siempre tus viajes de negocios se reducen al avión y al hotel. Desde Holanda me escribíste una vez, y se notaba que de verdad estabas allí. Contigo oí el carillón de la catedral tocando la canción del duque español, que tanto asusta a los niños holandeses. Pude aspirar contigo el frío aliento del mar del Norte, y hundirme contigo en la