la placita. En cuanto llegué al bar noté que había menos gente y que la silla de Daniela estaba vacía. Hablé con una muchacha disfrazada de dominó. --Acaba de irse, con Massey --me dijo, y debió notar mi confusión, porque agregó solícitamente: --Muy lejos no estará... A lo mejor la alcanza por la calle delle Veste. Emprendí la busca firmemente resuelto a sobreponerme a todas las dificultades y a encontrarla. Porque estaba sano podía