, en líneas regulares y paralelas. El hombre parpadea como si el reflejo de los fogonazos hubiera llegado tarde a su cerebro y luego mira a derecha e izquierda con gesto desconcertado. Después, unas contracciones en el pecho le sacuden y cruza ambas manos sobre él hasta que mitiga ese ataque de hipo con un largo suspiro. Sacude la cabeza tratando de alejar el estupor de su mente y la flojedad de sus miembros. El dolor en la columna y en las nalgas impele un