vida, era un mal de todos, una fuente inagotable de ginebra con limón, humo de cigarrillos y luz artificial. Esa desdichada tarde había sido divertida porque hablaron de todo ello con buen humor y el hilo de la conversación lo enhebraron con una viveza de la que él se encontraba carente en las últimas semanas. Solían reunirse de tarde en tarde, a dos o a tres o a cuatro, movidos por impulsos en los que parecía primar una casualidad histórica y llena