es una señal de la elección divina. El trabajo es una purificación que es asimismo una separación: el elegido asciende, rompe los lazos con la tierra, que son las leyes de la caída. Para los mexicanos, la comunión representa justamente lo contrario: no la separación sino la participación, no la ruptura sino la conjunción, la gran mezcla universal, el gran baño en las aguas del comienzo, un estado más allá de pureza e impureza. La situación del cuerpo