que la Unión Soviética es un país socialista. Tampoco que sea, como creían Lenin y Trotsky, un Estado obrero deformado por la excrecencia burocrática. Si pensamos en las instituciones y realidades políticas, es un despotismo totalitario; si nos detenemos en las estructuras económicas, es un vasto monopolio estatal con formas peculiares en la transmisión del uso, el goce y el disfrute de las riquezas y los productos (no el título de propiedad sino ese equivalente de las acciones de las sociedades