es lo único que no pueden quitarnos?», nos preguntábamos. Julián dijo: «La libertad.» Yo dije: «La cultura, la capacidad de gozar profundamente de todo lo bello del mundo.» Tú no dudabas: «La inteligencia», dijiste. Y en aquel momento no sabías, no te habías detenido a considerar o a protegerte del hecho de que la inteligencia no puede ser arrebatada, pero sí comprada. Este verano no estabas en