en la puerta principal y tenían las caras muy juntas. Agus estuvo a punto de echarlo todo a perder cuando fue a esconderse detrás del mismo radiador y se tiró sobre la alfombra como un soldado que avanza en plena batalla esquivando las granadas del enemigo. --¡Estúpido! Pero ni Carmina ni Fagin habían sentido nada. El le susurraba algo al oído y ella sonreía. Después él debió de decir alguna barbaridad, porque ella se apartó ofendida y levantó la mano