Sintió una profunda necesidad de ver a Betina, de estrecharla entre sus brazos y de ser estrechado por ella para volver a sentir en su rostro aquella especie de fiebre violenta; una necesidad que se tornaba urgente; una urgencia que nacía de la inminente partida de la muchacha. Sintió la necesidad de verla en seguida y comprendió cuánto había sido el tiempo perdido. Silbó al perro, que de ningún modo parecía querer desprenderse de él, y lo guió hacia uno