. Ahora se divisaba una extensión mucho mayor del lago. A lo lejos, a la izquierda, se veía la península de Ohrid con las enormes ruinas de su fortaleza y a la derecha --a medida que ganaban altura-- se divisaba la orilla albanesa del lago, con sus pueblecitos cercados por arboledas, incrustados entre las aguas y la mole montañosa. Tras media hora de marcha llegaron a un plácido y pequeño caserío. Todos descendieron del vehículo y el padre de Betina les