, casi todos turistas norteamericanos, ingleses y franceses, que mostraban pasaportes con fotografías grandes y nítidas! Por culpa de la mía, apenas mayor que una estampilla y un poco borrosa, pasé momentos de ansiedad. Los policías no se resolvían a creer que yo fuera el fotografiado. El compañero de asiento me dijo: --Calme esos nervios, mi buen señor. El pésimo trato que nos dan los polizontes no es más que un estilo. La policía de aquí es famosa