los comentarios a la política, a las enfermedades venéreas, a las ejecuciones capitales, a los negocios sucios o a la miseria del país eran velados y clandestinos, y a lo sumo afloraban de repente en algún chiste de humor negro inventado por sabe Dios qué oscuro oficinista. El nuevo Régimen había establecido como norma: ...la obediencia, el cuidado de no murmurar, de no concedernos la licencia de apostillar... La fórmula es ésta: el silencio entusiasta. O sea