historia que abría brecha en la rutina de la propia existencia. No siempre eran los cines locales confortables o acogedores, particularmente en provincias, y sólo el calor transmitido por las escenas contempladas era capaz de contrarrestar el frío negro que se padecía a veces en aquellos templos profanos. (Como anécdota ilustrativa del carácter un tanto casero que tenían aquellas excursiones al cine, diré que mi hermana, harta de pasar frío, inventó un recurso que acabó poniendose de moda entre todo el