máquina negra donde escribes, / que no eres fea, que eres como muchas / que se han casado con muchachos altos. / A veces lloras en silencio opaco, / mientras despachas un montón de cartas. / Pero nadie lo nota, ni tú misma, / acostumbrada a ser sombra sumisa. / Y Dios, que sabe todas tus virtudes, / te hará su secretaria, María Luisa.