dabas una pena horrible, yo no sé, porque aquel traje marrón me horrorizaba, te lo confieso, y los tacones de los zapatos como roídos, así, tan triste, pero nunca se sabe, y de repente un día noté que empezabas a hacerme tilín. De todo este texto, donde se hace un boceto del hombre amilanado víctima de la postguerra, me interesa destacar un detalle: el de que la narradora, aunque haya sido capaz de arrancarse la