entero. Mientras ciudadanos armados de escobas, bastones y toda clase de objetos contundentes se enfrentan como pueden a la invasión y con soberbia indiferencia de kamikaze una verdadera turba de animalillos se cuela por entre los automóviles atascados en la calzada y procede a roer con sus minúsculos incisivos la goma de los neumáticos, mozalbetes oscuros y agitanados, de clara estirpe tercermundista, recogen los pequeños cadáveres amontonados en arroyos y aceras y los ensartan en alambres hasta formar vistosos collares destinados al consumo turístico;