se pegado a los muros de los edificios y a lo largo de calles secundarias, como un proscrito. Pero al hacerlo de esta manera estaba protegido. ¿Por quién? ¿Por qué? No sabría decirlo. El deseaba ser protegido y en estos momentos era precisa cuanta ayuda y acogimiento pudiese allegar con sus muy escasos recursos, de manera que no iba a renunciar a la que la conciencia, con su mandato, le aportaba. Un estremecimiento le sacudió;