, a primera vista, no mostró susceptibilidad alguna ante nuestra presencia, ante aquella relación nuestra que, sin embargo, subterráneamente, tanto debía de herir su orgullo. Fulvio hizo de amabilísimo anfitrión en las primeras horas del encuentro y se planearon excursiones a la Valsolda, a algunas villas -tan notables, por ser verdaderos museos- de los alrededores, y a Isola Comacina. Recordarás que hubo unos primeros momentos de entusiasmo colectivo y bullicioso, pero luego, al atardecer, el